La postura del arado o Halasana es una asana de yoga que tiene muchos beneficios para tu organismo.
Aunque a primera vista puede parecer una postura muy complicada, una vez que se practica con la técnica correcta, resulta una asana apta tanto para practicantes avanzados o principiantes.
Es una asana semi- invertida, ya que las caderas se posicionan por encima de la cabeza.
Los beneficios de Halasana o Postura del Arado
Los beneficios de esta postura son muchos y muy variados. A continuación tienes 12 razones para añadirla a tu práctica de yoga en casa:
- La postura del Arado estira y tonifica todos los músculos de la espalda, mejorando el riego sanguíneo.
- Estimula todos los nervios espinales y dota de flexibilidad la columna vertebral.
- La presión que ejerce sobre la garganta ayuda a regular el funcionamiento de la glándula tiroides.
- La presión sobre el abdomen ejerce un saludable masaje sobre todos los órganos abdominales, reactivando su funcionamiento.
- Mantener la postura del Arado ayuda a regular el sistema simpático.
- En las mujeres, regula el funcionamiento de los ovarios, y, en los hombres influye positivamente sobre la próstata.
- Previene la congestión de diversos órganos abdominales.
- Combate el estreñimiento.
- Previene la aparición de afecciones como la diabetes, constipación, artritis, dispepsia, aerofagias, descalcificación y determinadas mialgias.
- Descansa profundamente las piernas, previniendo la aparición de varices.
- Mitiga los dolores lumbares y dota de elasticidad a la articulación del hombro.
- Combate diversas lesiones de la espina dorsal, el desequilibrio nervioso y la melancolía.
Cómo realizar la Postura del Arado o Halasana:
Tumbada en suelo, con las piernas juntas y los brazos a ambos lados del cuerpo, presiona las palmas de las manos contra el suelo y comienza a elevar en el aire las piernas y todo el tronco.
Cuando las caderas se encuentran elevadas a la altura de las escápulas, continúa bajando las piernas y conduciendo los pies al suelo, por encima de la cabeza.
Sitúa las manos debajo de la nuca y mantén las piernas estiradas controlando la respiración.
Reparte el peso entre los hombros, los pies y los brazos, cuidando de no forzar el cuello y dejándolo libre de peso.